Hombre de Verdad
 

Diez Cualidades
para la Formación de un Hombre de Verdad

Parte 1 - Sabiduría
Septiembre 28, 2010

 

alomón nos da por lo menos diez razones de por qué estudiar el libro de Proverbios: “Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura” (Prov. 1:2-4).

Él enumera sabiduría, doctrina, razones prudentes, consejo de prudencia, justicia, juicio, equidad, sagacidad, inteligencia y cordura, diez cualidades vitales para la formación de un Hombre de Verdad, para agradar a Dios y para el verdadero éxito en la vida, donde  éxito no es la acumulación de bienes sino conocer a Jesús y darlo a  conocer.

De Adán, hemos nacido ignorantes y egoístas, con un corazón depravado y afectos pervertidos, los cuales destruyen nuestra habilidad para percibir y razonar correctamente.

Al menos que Dios nos regenere con un nuevo corazón, nunca seremos sabios o justos, pues nuestros afectos permanecen egoístas y perversos, contrarios a Dios, e ignorando Su majestad y Gloria.

Pero después de la Regeneración, después que nuestro espíritu ha sido resucitado y recibimos un nuevo corazón, necesitamos instrucción y dirección del Espíritu Santo, iluminando Su Santa Palabra, para renovar nuestra mente.

Allí comienza la formación de un Hombre de Verdad. “… hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19). “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).

Nuestro amante Padre Celestial va enseñar estas Diez Cualidades, sabiduría, doctrina, justicia, juicio, equidad, etc., al corazón regenerado, a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a Su Palabra (Isaías 66:2).

Pero el orgullo innato del hombre lucha contra la corrección y la enseñanza de otro porque presume que él es sabio y que está correcto. “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él” (Prov. 26:12). El corazón se endurece y no puede recibir la Gracia para enseñarle. “Los hombres malos no entienden el juicio; Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas” (Prov. 28:5).

Jesús de Nazaret tenía estas diez cualidades en infinita abundancia. Tal como dice Isaías 11:2-5, “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.”

Sus propios enemigos afirmaban, “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46). En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. “Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:2-3).

Hoy Jesús reina en el pináculo de poder del Universo, y lo hace en justicia perfecta. “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Salmo 45:6-7).

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS” (Apo. 19:11-13). Por ello Él es el Varón Perfecto, la estatura de nuestro crecer, la meta del Hombre de Verdad.

Revisemos estos Diez Rasgos del Hombre de Verdad:

Primero Sabiduría.
Sabiduría es el poder del sano juicio. Es saber que hacer en cada situación de acuerdo los estándares de Dios. Sabiduría es saber que haría Dios frente a una situación. Sabiduría es ver la vida desde la perspectiva divina y conoce el mejor uso con los mejores medios para el mejor final. Conoce escoger lo bueno y rechazar lo malo y las razones por qué (Isaías 7:15).

La sabiduría está muy unida a la fe, ya que puede percibir las realidades de Dios, aún aquellas que no han sido hechas en lo terrenal. Pero el sabio sabe que porque Dios lo dijo, ya es una realidad. Él llama las cosas que no son como si fuesen. Abraham vivió su presente de acuerdo al futuro de Dios. Él vivió como forastero, habitando en tiendas, porque veía la realidad de la Ciudad Celestial, la Nueva Jerusalén. Él demostró la sabiduría al escoger lo eterno en lugar de lo temporal y por ello Dios se agradó de él y le llamó Su Amigo.

Cuando tenía que separase de Lot por motivo de las rencillas de los pastores, Lot escogió para sí lo atractivo y llamativo de la llanura. Sus propios ojos lo guiaron, lo cual le costó toda su familia. Pero Abraham permitió que Dios escogiera. Fue el mismo Dios quien le dijo que levantase sus ojos a los montes. Aquella realidad que Dios le presentó fue lo que Abraham en sabiduría escogió. Otra vez, sabiduría es escoger lo que Dios escoge, es aprobar lo que Él aprueba.

La sabiduría es lo principal y debemos tenerla. “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará” (Prov. 4:7-9). Esto significa que es la prioridad número uno.

La gente se afana por oro, pero la sabiduría es mejor que el oro. “Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata” (Prov. 16:16). Y la sabiduría es mejor que la fuerza (Ecle. 9:16).

En uno de los libros más antiguos, Job, descrito por Dios como hombre “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”,  nos da su apreciación de la sabiduría:

“Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí; Y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro, Ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante, ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas; La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.  No se igualará con ella topacio de Etiopía; No se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella, Y conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra, Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento, Y poner las aguas por medida; Cuando Él dio ley a la lluvia, Y camino al relámpago de los truenos, Entonces la veía Él, y la manifestaba; La preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.” – Job 28:12-28

La sabiduría es la capacidad analítica de discernir completamente un dilema o situación y concluir correctamente la actitud o la acción santas en respuesta. La sabiduría no es puesta en correlación a la inteligencia, pues la sabiduría opera en un plano mucho más alto que mera memoria de rutina o velocidad calculadora de hechos sencillos. La sabiduría va más allá de lo aparente para descubrir la naturaleza verdadera de una cosa o la situación, hasta llegar a Dios.

Si la sabiduría no llega a Dios como Causa, entonces no es sabiduría sino necedad y orgullo. El fin de la sabiduría es dar la Gloria a Dios. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1:21-23).

La sabiduría sólo es adquirida por el esfuerzo dedicado. Y pocos hombres tienen el deseo o hacen el esfuerzo de seguirla y adquirirla. "Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio. No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en que su corazón se descubra" (Pro. 18:1-2). Los necios  no tienen delicia en aprender; son ocupados totalmente con sus propios pensamientos y fantasías. “… los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Prov. 1:7; véase 7:16).

La mayoría de los hombres vivirán y respirarán y se morirán en la locura ignorante, aún los que fueron ofrecidos sabiduría abundante. Y sus vidas y las vidas de sus hijos llevarán el dolor merecido.

Cuando un hombre desea sabiduría, él debe hacer sacrificios. Evitará distracciones que toman su tiempo y dirigen mal su alma. Se separará de amigos y placeres que no sirven para el gran objetivo. Rechazará las ambiciones populares de riqueza, la educación, la recreación, o ejercicio corporal. Su vida puede estar solitaria como la de Juan el bautista o la de Jesús. Los afanes de la vida son los espinos que ahogan la sabiduría. “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14).

Pablo nos advierte: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (I Corintios 9:24-27).

Y Juan también: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (I Juan 2:15-17).

Como un hombre de Dios, debemos limitar nuestras obligaciones en esta vida. “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (II Tim 2:4-6). Lo que más daña en la formación de un Hombre de Verdad son los afanes vanos de lo temporal. “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (I Tim 6:6-8).

La persecución vana de la carne fatiga nuestro cuerpo ya fatigado por el pecado (Ecle. 12:1-8). Y el delirio ignorante del mundo es una influencia que debemos evitar (Ecle. 9:6; 13:20; I Cor. 15:33; II Cor. 6:14-18).

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia (Pro. 1:7; 9:10). ¿Estimado lector, teme usted al Señor? El Temor de Dios es escoger al Señor sobre toda otra cosa y buscar con todo el corazón obedecerle y complacerlo. Abraham demostró temer a Dios al escogerle, obedecerle y agradarle aún antes que su propio hijo Isaac. “Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).  No se puede aprender la sabiduría ni el conocimiento sin el temor del Señor.

La fuente última de sabiduría y entendimiento es la enseñada por el Espíritu Santo iluminando las Escrituras y apuntando siempre al Señor Jesucristo. Todos los tesoros de sabiduría y conocimiento son encontrados en Jesucristo (Col 2:3), así que podemos saber gozosamente que hemos encontrado al que es más grande que Salomón (Mat. 12:42). ¡Bendijo sea el nombre del Señor!

¿Por qué inspiró Dios, y Salomón escribió, el libro de Proverbios? Estos proverbios proporcionan sagacidad para personas simples, y conocimiento y discreción a los jóvenes. Todos los hombres nacemos simples, ignorantes, e insensatos; sin corrección e instrucción, y por ello seremos desconcertados y castigados por la vida. Pero el Predicador sabio registró sus observaciones y conocimiento  en dichos proverbiales para enseñarnos sabiduría para la vida.

 

Dos Clases de Sabiduría
Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”                                 – Santiago 3:14-18

Santiago nos presenta dos clases de sabiduría: La sabiduría del mundo y la Sabiduría de los cielos. Como cristianos, nosotros siempre debemos estar creciendo y debemos estar ganando sabiduría más Santa, porque produce buen fruto en la vida.

Este es el fruto por el cual debemos medir nuestra sabiduría: Acciones puras, pacíficas, amables, benignas, llenas de misericordia, sin incertidumbre ni hipocresía. Dónde no hay paz sino contiendas no hay sabiduría de lo alto sino diabólica.

¿Santiago empieza esta sección haciendo esta pregunta, "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?” (v. 3:13). Es decir,¿quién es el maestro, quién es el líder, quién es el cristiano dinámico que vive su vida cristiana en la vanguardia de la realidad?

Santiago mismo nos responde, “Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” Permita que lo muestre por actos hechos en la humildad que viene de la sabiduría. ¡El hombre sabio es siempre humilde, o él no es sabio! ¡El orgullo y la sabiduría nunca se encuentran juntos en la economía de Dios!

La sabiduría del mundo da como fruto la amargura, la envidia, la disensión, la gloria vana, la falta de honradez, el orgullo. Es literalmente el obrar de la carne.

La Sabiduría del Mundo  consiste en tres cosas:

Primero es TERRENAL (epígeios – g1919); es limitada a la tierra. Nunca consigue levantarse del polvo del suelo. Pablo lo reveló en Filipenses 3:18-19, " Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal."

Estos muchos que sólo piensan en lo terrenal y que son enemigos de la cruz, de la muerte del Yo, son los muchos predicadores modernos amantes de lo material, de la fama popular, que cambian las Escrituras para acomodar sus maldades y engaños. Estos falsos profetas, ellos mismos son el juicio de Dios contra las multitudes que no aman la Cruz de Cristo.

En Juan 3:12 Jesús habló de "cosas terrenales". Dijo, “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis [comprendes], ¿cómo creeréis [comprenderéis] si os dijere las celestiales? "

Por ejemplo, ¿has escuchado esto? “Tú puedes alcanzar libertad financiera usando prestamos.” O, “Si convivimos antes que nos casemos, entonces sabremos si somos realmente el uno para el otro". Demuéstrame tu amor haciendo esto para mí."  O, “es tu vida, tu no tienes que dar cuentas a nadie y nadie tiene que meterse.”

Segundo, la sabiduría de este mundo es SENSUAL (psujikós – g5591). Es la naturaleza más baja, bestial, animal, que depende de los sentidos. Es seguir los instintos, los apetitos de la carne. Lo que usted siente y desea eso hace.

El dicho popular “Si se siente bien, debe estar bien. Hazlo” es nacido de esta sabiduría. Esta afirma, “Si tienes hambre, come. Si estás triste, bebe. Si estas aburrido, busca tus amigos. Busca en que entretenerte.” “Tan sólo pasas por la vida una vez, hazlo todo.”

I Corintio 2:14 afirma, "Pero el hombre natural [animal, psujikós – g5591] no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura [tontería], y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." Y I Juan 2:16-17 dice, “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos [la lujuria] de la carne, los deseos [la lujuria]  de los ojos, y la vanagloria de la vida [el orgullo de la vida], no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Tercero, la sabiduría de este mundo es DIABOLICA (daimoniódes - g1141) Esto es la doctrina del Diablo. Es la sabiduría que el Diablo enseñó a Eva en el Huerto, "No morirás, sino que serás como Dios” (Génesis 3:1-4).”

Es quitar toda consecuencia de nuestras acciones, por lo menos absurdamente ignorarlas. Es todo aquello que me promueve como dios, como el centro de todo, que me da la última palabra, que me entrega el control.

De esta sabiduría fluyen todas las doctrinas de demonios tan populares hoy día en el Evangelio. “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán [no soportarán] la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,  y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (II Timoteo 4:3-4).

De aquí nacen los pastores y lideres homosexuales y lesbianas, la aceptación del aborto, deformar el papel del hombre y la mujer, el matrimonio de sexos iguales, la música distorsionada, la aceptación de la promiscuidad sexual, el rechazo de tener hijos, y tanto más.

 

                                     

                                      En Su Sabiduria …
                                                                                 Dr. Johel LaFaurie  

   

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